¿Cuáles son las diferencias entre los ETFs y los fondos de inversión?

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Imagen de huchas con formas de cerdito en un artículo sobre las diferencias entre ETFs y fondos de inversión

Los ETFs, también conocidos como fondos cotizados, y los fondos de inversión tradicionales son dos instrumentos que permiten invertir simultáneamente en una amplia variedad de activos y que gozan de una gran popularidad dentro del mercado. Pero ¿en qué se diferencian? En este artículo, te contamos cuáles son las diferencias entre los ETFs y los fondos de inversión, sus principales ventajas y los riesgos que ofrece cada uno de ellos.

Los ETFs, también conocidos como fondos cotizados, y los fondos de inversión tradicionales son dos instrumentos muy populares dentro del mundo de la inversión, ya que permiten invertir simultáneamente en una amplia variedad de activos. Estos instrumentos resultan de gran utilidad a la hora de construir una cartera diversificada, pero ¿en qué se diferencian? ¿Y qué ventajas ofrecen? En este artículo, te contamos cuáles son las diferencias entre los ETFs y los fondos de inversión, sus principales características y en qué debes fijarte a la hora de elegir uno u otro.

¿Qué son los ETFs?

Los ETFs (siglas de Exchange Trade Funds o, en su traducción al español, fondos cotizados) son vehículos de inversión diseñados para replicar el comportamiento de otro activo, como puede ser un índice bursátil, una materia prima, un conjunto de acciones de un sector en específico o incluso un bono. Creados en Estados Unidos en la década de los 90, estos instrumentos se sitúan a medio camino entre las acciones y los fondos de inversión, ya que por un lado, cotizan en bolsa y, por otro, están formados por una cartera de valores con la se busca replicar el comportamiento de un activo subyacente. De este modo, los ETFs pueden comprarse y venderse en cualquier momento, sin necesidad de esperar al cierre de Bolsa, mientras otorgan exposición a múltiples activos.

Ventajas de los ETFs

Desde su creación en la década del 90, los ETFs han ido ganando popularidad dentro del mundo de la inversión. Su liquidez, flexibilidad y capacidad para diversificar son factores clave que han impulsado su auge, aunque no son los únicos atributos que ofrecen a los inversores. Al contrario, estos instrumentos presentan multitud de ventajas que pueden resultar de interés a la hora de invertir, entre las que destacan: 

  • Liquidez y flexibilidad. Se negocian en bolsa como acciones, así que se pueden comprar y vender en cualquier momento del horario bursátil. 
  • Precios en tiempo real. Su precio varía a lo largo del día según la oferta y la demanda. Por lo tanto, aceptan estrategias de trading y ajuste de posiciones. 
  • Costes de gestión reducidos. Generalmente, son más baratos que los fondos de inversión activos, ya que la mayoría son de gestión pasiva. 
  • Diversificación instantánea. Un solo ETF puede replicar índices bursátiles, sectores, regiones o clases de activos. Por ende, reduce el riesgo individual. 
  • Accesibilidad. Se pueden comprar y vender con inversiones mínimas muy bajas. O sea, que no suelen pedir cantidades iniciales muy elevadas. 
  • Estrategias avanzadas. Existen ETFs de sectores concretos, de materias primas, inversos, apalancados o temáticos, para llevar a cabo estrategias sofisticadas. 
  • Eficiencia fiscal en algunos países. En Estados Unidos tienen ventajas fiscales porque no distribuyen tantas ganancias de capital internas como los fondos de inversión. 
  • Distribución de dividendos. Algunos ETFs reparten dividendos de forma periódica. Así, generan ingresos pasivos. 
  • Acceso a mercados internacionales. Se pueden comprar ETFs de bolsas extranjeras sin tener que abrir cuentas en esos mercados. 
  • Menor riesgo de gestión. Al replicar un índice, no hay errores de gestión humana ni riesgo de que el gestor tome malas decisiones. 
  • Transparencia. La mayoría de los ETFs publican a diario su composición exacta. Por el contrario, los fondos de inversión pueden actualizarlo cada trimestre. 
Imagen de monedas en un artículo sobre las diferencias entre ETFs y fondos de inversión
 

Riesgos de los ETFs

A pesar de las múltiples ventajas que pueden llegar a ofrecer, los ETFs no están exentos de riesgos. Al contrario, al igual que ocurre con cualquier activo financiero, estos instrumentos también presentan ciertos inconvenientes que conviene conocer antes de decidirse a invertir en ellos:  

  • Diferenciales de compra-venta. La diferencia entre el precio de compra y venta (spread) puede variar según la liquidez del ETF. Algo que cambia el coste total de la inversión.​ 
  • Distribución de dividendos. El hecho de que distribuyan dividendos periódicamente puede conllevar obligaciones fiscales inmediatas para el inversor.​ 
  • Costes de transacción. Cada compra y venta genera comisiones de corretaje, que pueden ser altas para inversores con operaciones frecuentes. 
  • No permite traspasos sin impacto fiscal. En España, vender un ETF genera una ganancia o pérdida patrimonial sujeta a tributación, a diferencia de los fondos. 
  • Dividendos no reinvertidos automáticamente. A menos que el inversor lo haga manualmente, los dividendos se pagan en efectivo y pueden tener impuestos. 
  • Apalancamiento y riesgo adicional. Hay ETFs que usan derivados o estrategias apalancadas. Esto puede causar pérdidas rápidas si no se gestionan bien. 
  • Menor control sobre el precio de compraventa en mercados con baja liquidez. Si hay poco volumen, puede ser difícil ejecutar órdenes grandes sin variar el precio. 
  • Posibles errores de seguimiento (tracking error). Aunque replican índices, pueden desviarse del rendimiento real por costes internos o estrategias ineficientes. 

¿Qué son los fondos de inversión?

Los fondos de inversión tradicionales son vehículos de inversión colectiva en los que distintos inversores, conocidos como partícipes, aportan capital para que un gestor profesional lo invierta en una variedad de activos, a fin de obtener rentabilidad. A diferencia de los ETFs, que replican el comportamiento de activos subyacentes con el propósito de obtener la misma rentabilidad, los fondos de inversión buscan superar al mercado, es decir, buscan generar más rentabilidad que la que ofrecen los valores en los que invierten. Para ello, los gestores profesionales siguen una estrategia establecida previamente en la política de inversión del fondo, en la que se especifica cuáles son los límites e instrumentos con los que se puede operar y, con base en esto, toman las decisiones en lugar de los inversores del fondo, eligiendo así en qué activos y empresas depositar el dinero.

En un fondo de inversión, los inversores son propietarios de una parte del patrimonio del fondo, la cual se fija en función de sus aportaciones. Como consecuencia, tanto las ganancias como las pérdidas que obtendrán se determinarán en función del capital aportado, o lo que es lo mismo, con base en sus participaciones en el fondo. En cualquier caso, tanto las ganancias como las posibles pérdidas que genere el fondo se verán reflejadas en su valor liquidativo o precio de la participación.

Ventajas de los fondos de inversión

Los fondos de inversión son instrumentos que gozan de gran popularidad dentro de los mercados y que destacan por las siguientes ventajas: 

  • Gestión profesional. Son administrados por expertos que deciden con análisis de mercado y optimizan la rentabilidad. 
  • Diversificación automática. Agrupan activos de diferentes sectores, regiones y clases para reducir el riesgo. 
  • Ideal para inversión a largo plazo. Están pensados para estrategias de acumulación de capital y optimización de la rentabilidad en el tiempo. 
  • Reinversión automática de dividendos. En los fondos de acumulación, los dividendos se reinvierten sin coste adicional, generando una mayor capitalización. 
  • Traspasos fiscales sin coste fiscal en España. Se pueden mover inversiones entre fondos sin pagar impuestos por plusvalías. O sea, que mejoran la fiscalidad. 
  • Ahorro en comisiones de compraventa. No exigen comisiones en cada operación. 
  • Variedad de estrategias de inversión. Hay fondos activos, pasivos, sectoriales, temáticos, ASG o de inversión verde, de renta fija o variable, entre otros. 
  • Menos necesidad de seguimiento constante. Los inversores pueden olvidarse del corto plazo y centrarse en objetivos a largo plazo. 
  • Aptos para todo tipo de perfiles. Hay fondos adaptados a distintos niveles de tolerancia al riesgo. 
  • Opciones de inversión periódica (DCA - Dollar Cost Averaging). Muchos aceptan aportaciones periódicas que suavizan la volatilidad del mercado. 
Imagen de billetes en un artículo sobre las diferencias entre ETFs y fondos de inversión
 

Riesgos de los fondos de inversión

A pesar de su popularidad dentro del mercado, los fondos de inversión también presentan importantes desventajas que conviene conocer antes de invertir en ellos: 

  • Menor liquidez. No se pueden vender instantáneamente; las órdenes de compra y venta se ejecutan al cierre del mercado a valor liquidativo (VL). 
  • Comisiones más altas. Suelen tener costes de gestión más elevados, especialmente si son fondos de gestión activa. 
  • Falta de transparencia diaria. Suelen actualizar su cartera cada trimestre. Esto dificulta el seguimiento de los activos en los que invierte. 
  • Plazo de liquidación más largo. El dinero de la venta de participaciones puede tardar varios días en llegar a la cuenta del inversor. 
  • Sin precio en tiempo real. No se puede conocer el precio exacto al que se ejecutará la orden hasta el cierre del día. 
  • Barreras de entrada en algunos casos. Algunos fondos exigen inversiones mínimas iniciales altas, lo que dificulta el acceso a los pequeños inversores. 
  • No siempre superan al mercado. Muchos fondos de inversión de gestión activa no logran batir a los índices de referencia tras descontar las comisiones. 

Diferencias entre los ETFs y los fondos de inversión

Aunque los ETFs y los fondos de inversión presentan multitud de semejanzas, entre ambos productos existen ciertas diferencias que los hacen únicos. Una de las principales diferenciaciones que puede hacerse entre ambos vehículos de inversión es su estrategia de inversión. Los ETFs están considerados como instrumentos de inversión pasiva, ya que han sido diseñados para replicar el comportamiento de otros activos. Es decir: no buscan superar los rendimientos del mercado, sino generar exactamente lo mismo. Por el contrario, los fondos de inversión son instrumentos gestionados de forma activa, ya que estos sí que buscan superar los rendimientos del mercado.

Como consecuencia, los ETFs presentan menos costes que los fondos de inversión, ya que no hay que pagar a un gestor especializado para que realice las operaciones. Además, al no buscar superar al mercado, los riesgos que ofrecen los ETFs también son más reducidos. 

Más allá de la gestión, otra diferencia clara entre los ETFs y los fondos de inversión es su liquidez: y es que mientras que los ETFs son activos que pueden negociarse en tiempo real, las operaciones de los fondos de inversión se realizan al cierre del mercado, por lo que las compras y las ventas solo se ejecutan una única vez al día. Por tanto, los ETFs ofrecen una liquidez mucho más elevada de la de los fondos de inversión, ya que permiten realizar operaciones intradía. Además, los ETFs suelen requerir una inversión inicial mucho más reducida que la de los fondos de inversión. 

Tabla con las diferencias entre los ETFs y los fondos de inversión
 

¿Cuál elegir entre ETF y fondo de inversión? 

Tanto los ETFs como los fondos de inversión ofrecen ventajas que pueden hacerlos atractivos para multitud de inversores. A la hora de decantarse por un instrumento u otro, por tanto, será importante realizar un correcto análisis no solo de las características que ofrecen, sino también de nuestros objetivos y de nuestro propio perfil como inversores. 

  • Objetivos de inversión. Define si buscas crecimiento a largo plazo, generar ingresos o proteger tu capital.​ 
  • Horizonte temporal. Determina el período durante el cual planeas mantener la inversión. Las inversiones a largo plazo pueden beneficiarse de estrategias diferentes a las de corto plazo.​ 
  • Tolerancia al riesgo. Evalúa tu capacidad para enfrentarte a fluctuaciones en el valor de tu inversión.​ 
  • Preferencia por gestión activa o pasiva. Decide si prefieres una gestión activa, buscando superar al mercado (fondos de inversión), o una gestión pasiva, replicando índices específicos (ETFs).​ 
  • Aspectos fiscales. Analiza las consecuencias fiscales en tu país. Por ejemplo, en España, los traspasos entre fondos de inversión pueden estar exentos de tributación inmediata, mientras que la venta de ETFs generalmente no lo está.​ 
  • Costes y comisiones. Compara las comisiones de gestión, los costes de transacción y otros gastos asociados a cada opción.​ 
  • Frecuencia de operaciones. Si vas a operar con frecuencia, recuerda que los costes de transacción de los ETFs pueden acumularse, mientras que los fondos de inversión pueden ser más adecuados para estrategias de "comprar y mantener". 

Elegir entre ETFs y fondos de inversión dependerá de nuestro perfil, estrategia y necesidades. Quizás, si queremos flexibilidad, bajos costes y negociación en tiempo real, los ETFs serán una mejor opción. En cambio, si buscamos una gestión profesional, beneficios fiscales y no te preocupa la liquidez intradía, los fondos de inversión puede que sean más adecuados.  

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