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13:08 · 6 de noviembre de 2025

Venezuela: ¿qué implicaría un cambio de poder para los precios del petróleo?

Conclusiones clave
OIL
Mat Primas
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Chevron
Acciones
CVX.US, Chevron Corp
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Valero Energy
Acciones
VLO.US, Valero Energy Corp
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Conclusiones clave
  • Estados Unidos podría promover un cambio de poder en Venezuela, lo que aumentaría la probabilidad de una escalada en las tensiones bilaterales e incluso una posible intervención militar.

  • La presencia del portaaviones USS General Ford sugiere una ventana temporal clave.

  • Chevron se prepara para expandirse en Venezuela, respaldada por acuerdos estratégicos en curso.

  • Con apoyo de EE. UU., Venezuela podría volver a ser un actor relevante en el mercado petrolero.

Señales en el cielo y sobre el terreno

En los últimos meses, se ha producido un aumento sin precedentes en las tensiones entre Estados Unidos y Venezuela, particularmente entre sus líderes —Nicolás Maduro y Donald Trump. Lo más preocupante es que este incremento de tensiones va acompañado del despliegue de tropas estadounidenses en el Caribe, algo no visto en décadas. Esto plantea interrogantes sobre el desenlace de estos acontecimientos y su impacto en los mercados.

Venezuela es uno de los pocos países abiertamente socialistas que quedan en el hemisferio occidental y mantiene estrechas relaciones con Rusia, China, Irán y Cuba. Maduro pudo haber sido destituido en 2020 mediante una operación militar de EE. UU., pero finalmente esto no ocurrió. Diversos indicios sugieren que Trump podría intentar nuevamente esta vía, inclinándose esta vez por una solución militar.

Dos factores relevantes apuntan en esa dirección. Primero, según informó Reuters, el gobierno de Maduro ofreció a EE. UU. una propuesta muy generosa, con una serie de concesiones económicas significativas. Sin embargo, EE. UU. la rechazó sin siquiera intentar una negociación. Además, Washington ha concentrado un número sin precedentes de buques, aviones y misiles en bases y puertos alrededor de Venezuela. Suficiente como para desarticular las fuerzas armadas de un país mediano. Este despliegue es mucho mayor que el sugerido por la retórica de Trump centrada en la lucha contra los cárteles de droga. Al mismo tiempo, es importante destacar que esto podría ser solo una demostración de fuerza y preparación, más que una decisión definitiva de uso de fuerza. No obstante, Trump ya ha demostrado este año su disposición a actuar militarmente, como lo evidenció el ataque con bombas a instalaciones nucleares iraníes.

Medidas operativas

Pronto, el grupo de ataque del portaaviones USS General Ford se unirá a la actual agrupación militar. La presencia de un buque de este tipo conlleva importantes implicaciones operativas.
Debido a la complejidad de su rotación, operación y mantenimiento, el USS General Ford dispondrá de una ventana de aproximadamente 15 a 20 días para actuar contra Venezuela antes de tener que regresar a puerto. No cumplir con este plazo amenaza con interrumpir de forma duradera el cronograma operativo del portaaviones.

Considerando su velocidad actual, se estima que las operaciones militares contra Venezuela podrían desarrollarse entre el 8 y el 10 de noviembre. En caso necesario, la ventana operativa podría extenderse hasta el 22-30 de noviembre.
El objetivo de la operación podría ser atacar infraestructura militar y agrupaciones de tropas, permitiendo que los opositores a Maduro, ya preparados para ello, tomen el poder y establezcan un nuevo gobierno alineado con EE. UU.

Cuando se disipe el polvo

Si finalmente EE. UU. decide atacar Venezuela, sería una acción rápida con el fin de poner fin al régimen actual. Una operación prolongada, con posibles bajas del lado estadounidense, sería desastrosa para la actual administración. El Estado venezolano lleva años en decadencia económica, y sus fuerzas armadas —aunque numerosas— están mal equipadas, entrenadas y comandadas. Además, la lealtad de los oficiales y del cuerpo militar podría ser frágil. Por estas razones, el escenario base es un éxito rápido para EE. UU., aunque la estabilidad regional a largo plazo sigue siendo incierta.

Por ello, es necesario considerar la justificación económica y los efectos en el mercado de una solución tan drástica. Es bien sabido que Venezuela posee las mayores reservas probadas de petróleo del mundo. Lo que no es tan conocido es que Chevron, a pesar del embargo sobre Venezuela, continúa exportando crudo venezolano a EE. UU. y mantiene las capacidades y el conocimiento técnico para operar con dicho petróleo. Igualmente relevante en el contexto actual es que a finales de agosto y comienzos de septiembre, Chevron y Valero firmaron acuerdos dirigidos a aumentar el suministro de petróleo venezolano. Valero, con refinerías en la costa del Golfo de México, se especializa en el procesamiento de crudo venezolano. Dado que se trata de un petróleo pesado y que adaptar las refinerías a esta materia prima lleva tiempo, EE. UU. sigue necesitando el acceso a este tipo de recurso.

El petróleo también tiene una importancia estratégica en el contexto de las rivalidades geopolíticas y comerciales de largo plazo. Rusia depende de su exportación, y China, de su importación. Controlar los yacimientos venezolanos permitiría a EE. UU. cortar el acceso de China a un recurso crítico, que ha estado acumulando intensivamente en los últimos meses. Elevar la producción actual y presionar a la baja el precio del crudo podría poner en jaque los presupuestos de Rusia e Irán. Al mismo tiempo, la administración Trump, centrada en respaldar las fuentes de energía convencionales, debe equilibrar este interés con el objetivo de reducir precios internos para apoyar a su industria extractiva, que necesita un rango de precios de entre 50 y 60 USD para seguir desarrollándose.

Un aspecto adicional que merece mención en cuanto a materias primas es que Venezuela también posee depósitos de coltán, un mineral que combina cobalto y tantalio. Dos elementos poco comunes pero clave para las industrias aeroespacial, de defensa y automotriz.

Oro negro

La producción petrolera de Venezuela se sitúa actualmente entre 0,9 y 1,0 millones de barriles diarios, con la gran mayoría exportada a China. Esto representa menos del 1 % de la producción mundial. En caso de un ataque masivo y un golpe de Estado en Venezuela, la producción podría caer entre un 25 % y un 50 %, lo cual no provocaría una escasez estructural en el mercado, aunque por motivos de incertidumbre el precio del petróleo podría subir entre un 5 % y un 8 %. Sin embargo, este aumento sería de muy corta duración por la falta de fundamentos sólidos. Lo verdaderamente importante es lo que ocurra en el largo plazo.

 

En un escenario prudente, la recuperación de la capacidad de producción petrolera de Venezuela sería lenta. Aun así, se espera que la producción aumente en torno a un 50 % respecto a los niveles actuales en un horizonte de cinco años. No obstante, los centros de análisis y organismos gubernamentales ya anticipan excedentes récord de crudo en los próximos años, por lo que el precio del petróleo tendería a la baja, independientemente de la participación de Venezuela.

El escenario base es una variante altamente probable en la que la producción petrolera aumenta de forma sostenida, y la cooperación con EE. UU. permite una reintroducción rápida del crudo venezolano en los mercados. Un escenario así llevaría inevitablemente el precio del petróleo por debajo de los 60 dólares.
El escenario optimista contempla una asignación ejemplar de capital y una fuerte expansión de la industria extractiva en Venezuela. La producción máxima alcanzable en este país sería de 4,5 a 5 millones de barriles diarios, lo que implicaría multiplicar por cinco los niveles actuales.

Estas proyecciones ubican a Rusia en la posición más vulnerable. El petróleo ruso Urales (que se comercializa con un descuento de unos 10-12 USD respecto al Brent) necesita un precio mínimo de 50 USD para ser rentable, lo que implica un precio del Brent de al menos 60 USD. Una caída por debajo de los 60 USD, bajo las condiciones actuales, durante dos o tres trimestres, llevaría a Rusia a una catástrofe económica.

La economía de Irán ya se encuentra en una situación similar desde hace años y es una advertencia clara del rumbo que podría tomar Rusia. Hiperinflación, fiscalismo extremo y el colapso de servicios públicos e infraestructura han erosionado el control del Estado. Una nueva caída en los precios del crudo podría provocar el colapso del régimen o el desmantelamiento de su "eje de resistencia".

Esta situación deja a China en una posición relativamente ventajosa, ya que se beneficiaría de un petróleo barato, del cual es importador neto. Sin embargo, quedaría aislada frente a EE. UU., y ante una intensificación de la rivalidad, Washington tendría más herramientas para cortar el acceso de China a un recurso indispensable. En resumen, Venezuela representa una jugada riesgosa, casi como una partida de póker, pero si se concreta el escenario base, EE. UU. podría inclinar radicalmente la balanza de poder a su favor con un solo movimiento. No obstante, este es solo uno de los muchos escenarios posibles, y la cantidad de incógnitas y riesgos sigue siendo considerable.

CVX.US (D1)

 

Fuente: xStation5

Kamil Szczepański
XTB Financial Markets Analyst 


 

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